Zoe lleva toda la vida viviendo en la misma ciudad. Se conocía cada edificio, cada parque, cada rincón. Pero la guerra estalló y, como muchos otros, tuvo que decirle adiós a su ciudad y marcharse sin saber cuándo podría volver. Zoe tiene tantos buenos recuerdos de su ciudad… La casa de los abuelos, su pequeño refugio lleno de sueños y juegos, su antigua escuela, ahí donde conoció a sus amigos y aprendió que le encantaba aprender cosas nuevas. Por no hablar del parque del centro, que tanto la vio divertirse entre columpios, artistas ambulantes y paseos en bicicleta.
A punto de partir, Zoe extendió el mapa de la ciudad en una mesa y dibujó su «mapa de los buenos momentos», señalando todos los lugares donde fue realmente feliz, con la certeza de que siempre la acompañarán.